Las experiencias traumáticas afectan profundamente nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, creando un distanciamiento emocional que puede dificultar la formación de vínculos seguros. En este artículo, exploraremos cómo el trauma impacta nuestra capacidad de conexión, especialmente cuando las heridas se originan en relaciones significativas. Además, se abordará la importancia de la relación terapéutica o de acompañamiento como un espacio seguro donde se pueden experimentar
emociones correctivas y recuperar la confianza en los vínculos. Comprender cómo el trauma influye en nuestros patrones de conducta y desarrollar herramientas para la co-regulación y la autodeterminación son pilares esenciales en el proceso de sanación y en la construcción de relaciones equilibradas y seguras.
El trauma suele implicar una profunda sensación de impotencia y desprotección. Estas vivencias suelen originarse en situaciones de la infancia, donde las figuras de apego primarias no ofrecieron co-regulación adecuada. La co-regulación es el proceso mediante el cual una persona con un sistema nervioso regulado ayuda a otra a calmarse; por ejemplo, cuando los padres abrazan y arrullan a su bebé. Este proceso intuitivo y natural es crucial para el desarrollo de la autorregulación, especialmente durante la niñez. Cuando la co-regulación falta durante periodos prolongados, surgen sentimientos de soledad y aislamiento.
Particularmente, los traumas de desarrollo y apego ocurren dentro de relaciones significativas para el niño, lo cual genera desconfianza hacia los demás y una inseguridad en las relaciones afectivas, muchas veces de forma inconsciente. Como consecuencia, quienes han atravesado estos traumas tienden a tener dificultades para establecer vínculos saludables. Por eso, la relación entre la persona que busca ayuda y el profesional que la acompaña (coach o terapeuta) ofrece una oportunidad no solo para vivir una experiencia emocional correctiva, sino también para aprender y practicar la autorregulación. Para lograrlo, es fundamental construir una relación basada en la confianza, la claridad, el profesionalismo y la consistencia, promoviendo un vínculo seguro y estable.
El trauma no solo rompe relaciones, sino que también erosiona la sensación de seguridad, tanto en uno mismo como en los demás y en el entorno, generando una vida guiada por las expectativas y opiniones externas. Restablecer esta seguridad es esencial en el proceso de recuperación, y el vínculo con personas seguras es crucial para ello, ya que permite experiencias emocionales correctivas. Las personas que transmiten seguridad suelen ser confiables, predecibles, transparentes, abiertas, amables, respetuosas, claras, empáticas y presentes; cualidades esenciales para construir relaciones sanas. La benevolencia en el apoyo a los demás es clave para la integración, ya que implica ver a las personas sin juicios y promover una actitud de comprensión y apoyo.
Es igualmente importante despejar cualquier obstáculo que dificulte la integración y el bienestar. Como el trauma implica una pérdida de control, todo aquello que cause confusión solo obstaculiza el camino hacia la sanación. La transparencia y la claridad son entonces fundamentales para propiciar experiencias correctivas. Un objetivo esencial en el acompañamiento sensible al trauma es devolver la autodeterminación, ayudando a la persona a reconectar consigo misma y a vivir de manera auténtica.
Todo lo que sentimos tiene una razón de ser. Patrones de conducta, síntomas y emociones incómodas suelen originarse en experiencias traumáticas. El trauma entrena nuestro sistema nervioso para estar en un estado de alerta constante, buscando protegernos de repetir experiencias dolorosas. Sin embargo, esta vigilancia consume gran parte de nuestra energía y dificulta que veamos aquello que nos nutre emocionalmente. Cuando estamos en un estado de supervivencia, todos nuestros recursos se destinan a sobrevivir, alejándonos de nuestras propias capacidades y fortalezas. Al explorar el origen de estos mecanismos, aprendemos a valorar nuestras reacciones de supervivencia, detonantes y mecanismos de defensa. Esta comprensión facilita el proceso de integración sin necesidad de revivir el trauma de manera directa.
Es fundamental que el proceso de acompañamiento sensible al trauma trascienda el tiempo de las sesiones. El objetivo es que la persona pueda aplicar lo aprendido en su vida cotidiana, logrando así una integración real y efectiva. Esto le permite no depender del profesional semana a semana, sino desarrollar la capacidad de autorregularse y enfrentar los desafíos de la vida con mayor autonomía.